Ana Roa, consultora familiar, explica los errores que comenten los padres y que provocan que sus hijos no sean seguros

Un niño no nace inseguro, se hace. Y se hace por el entorno en el que vive y fundamentalmente porque los padres fomentan esta característica en él, la mayoría de las veces sin ser conscientes de ello y como efecto secundario de su gran amor y exceso de protección hacia su pequeño.
Según Ana Roa, maestra especializada en Educación Infantil y autora de «Escuela de Familias», desde que un bebé cumple un año ya se puede percibir que es inseguro. Por ejemplo, cuando los padres le llevan a la escuela infantil y los progenitores sufren en exceso por esta separación y el niño tiene unos berrinches fuera de lo normal. «El exceso de protección es poco saludable —indica— y se produce principalmente en los padres primerizos porque, al no tener un manual de instrucciones sobre cómo cuidar a su hijo, intentan extremar al máximo todas las demandas del pequeño con demasiada protección».
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