La tensión que produce la timidez natural puede resultar buena para los niños. Cuando la timidez nos lleva a vencernos a nosotros mismos y observamos que no sucede nada con relación al entorno, reafirmamos muchos aspectos positivos de nuestra personalidad. “he vencido mi timidez”; es decir, he vencido mis temores, las percepciones negativas sobre mí mismo y frente a los demás… eso me hace ser optimista, valorarme más, estar seguro, querer intentarlo de nuevo y mejorarme…
Una pequeña dosis de timidez no es mala; todo lo contrario: produce una tensión psicológica que nos pone en movimiento, en dinamismos de superación personal.
El testimonio de Eduardo, un niño de 12 años, nos introduce de lleno en este asunto:
“Me han dicho que soy tímido, y… ¿por qué soy tímido? Para mí las relaciones sociales son muy importantes. Los demás chicos son esenciales, me comparo con ellos y me siento importante muy pocas veces. Dicen que la timidez es una ‘tensión psicológica frente a los demás’. Muchas veces me encierro en mí mismo, me quedo paralizado, no puedo actuar, ‘estoy frenado’… entonces aparece el rubor, las palpitaciones, la sudoración y antes de todo esto el llanto y el nerviosismo.
Leer más en:
http://www.elmundo.es/sapos-y-princesas/2016/02/23/56cc28c146163f137a8b461f.html